EL ENTRENADOR Y SU MALETA

Esto iba de La Soledad del Entrenador, un melancólico y manoseado concepto que pretendía usar para escribir cuatro párrafos sobre Phil Jackson, Pat Riley, Ivanovic, Joan Plaza, o Pepu Hernández. Pero resulta que ayer estuve de oyente en una breve charla entre dos amigos cercanos. Eso sí, amigos sobradamente preparados para hablar de lo que saben. De baloncesto, por ejemplo. Y la cosa, que empezó por los problemas colaterales de un equipo con varias derrotas seguidas, acabó derivando en otro concepto: la Autoestima. Según escuché, es algo que debería viajar siempre en la maleta de cualquier entrenador que pretenda convertir su pasión en un modo de vida y futuro. Y quizá hasta le pueda servir como antídoto a su soledad, añado, por aportar algo a lo muy manoseado.
Pase lo que pase, se decía en la charla, jamás se puede perder la Autoestima. Y desde esa máxima, revisemos algunas imágenes. De repente, por ejemplo, la gomina de Riley, y sus trajes impecables, ya no serían elementos accesorios de un tipo engreído que se creía guapo, sino herramientas que habrían venido soportando el ego de alguien que sólo quería ganar para poder seguir trabajando.
Bajo este prisma, por tanto, sería evidente que Phil Jackson no se habría pasado los últimos 20 años sin apenas levantarse del banquillo durante los partidos porque le aburriera lo que estaba pasando en la cancha, sino porque esa habría sido la herramienta utilizada para que entendiéramos que lo tenía todo controlado. Y según parece, lo tenía. Y si nos vamos acercando aquí, pero pasamos primero por Japón, nos damos cuenta de que Pepu aquel verano parecía un escritor del Siglo de Oro en pleno trance. Y que sus jugadores le creyeron, porque él parecía creérselo desde el primer minuto hasta el último del campeonato. Y aterrizamos en la ACB, y son dos las imágenes que más fuerza cobran por su contraste. La de Ivanovic, que en la banda parece siempre un defensor más de su equipo solo que vestido de traje y corbata. Y la de Plaza, un tipo que siempre parece tranquilo, que llegó el año pasado sin molestar a nadie, y que al final se llevó una Liga molestando mucho a todos los que la pretendían. ¿Están solos ahí arriba? Seguramente sí, bastante. Pero todos ellos parece que viajan con la maleta llena de Autoestima y bien controlada para no perderla jamás. Por eso duran en la profesión, o al menos eso decían mis amigos.

-diario Público, nov 2007-

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