EL BALONCESTO DE LOS ARQUITECTOS

Pongan acento serbio (si no saben, busquen a Jorge Muñoa, el mandamás del baloncesto en la agencia EFE) cara seria, gesto adusto, brazos en jarras y descuiden el aspecto del cuello de su camisa: ya se parecen a Ivanovic. Ahora tienen todo el derecho a que escuchemos lo que tengan que decir…de arquitectura, claro. Empecemos: “Copa es Copa, por favor, final anticipada no existe”. Final es final, hombre, baloncesto es juego justo; gana siempre quien merece”. Y si no se lo ha dicho a la prensa, Dusko se lo habrá dicho a sus jugadores en el vestuario: “eh, Rako, muy bien, pero partido importante es mañana”. Ya si acento. La Copa del Rey es un torneo en el que participan ocho equipos y lo gana siempre el mismo: el que mejor cuida los detalles. Por eso hablamos hace un par de días de la importancia del arquitecto. “Pablo, el baloncesto es de los entrenadores”. Esa es la frase favorita de mi amigo Danko Cvjeticanin. A veces se la discuto, pero en este torneo jamás. ¿Vieron la reacción de Xavi Pascual ante el absurdo minuto final del segundo cuarto que jugó su equipo? “¡Acabamos de cargarnos el edificio por imbéciles!” fue su lenguaje de gestos. El arquitecto Casimiro, sin embargo, se acordó del proyecto que construyó en Manresa el año que se llevaron la Liga, y esta invitación de Copa (“no la merezco, pero la trinco”, hubiera dicho Di Stefano), con dos partidos perfectamente planteados pese a la derrota de ayer, debería ahorrarles cualquier sufrimiento para el resto de la temporada. Sobre el arquitecto García-Reneses poco se puede añadir: lo único que se me ocurre es solicitar que si gana mañana puedan cambiarle las seis Copas del Rey por un Premio Pritzker…

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