EL AÑO DE LA COSECHA

Las fases de un equipo son como las de cualquier individuo. Los equipos nacen, crecen, ganan o pierden, mueren y desaparecen. Cuando Pau llegó a los Lakers dando saltos de alegría (recuerden a Lebron James hablando del mejor traspaso de la historia de la NBA), era evidente que el movimiento de despacho buscaba la conexión final que prendiera la mecha. Kobe necesitaba un amigo nuevo que le subiera las pulsaciones ante las charlas de Phil Jackson. ¿Han escuchado a Jackson en alguno de los reportajes que nos ofrece la conquistadora NBA? “Hoy es un día para demostrar lo que somos” “Queremos que nuestro ataque fluya y que todos nos impliquemos”.

Si las frases no son literales, serán muy parecidas. ¿Podríamos adjudicárselas a Plaza, o a Ivanovic minutos antes del choque de ayer? Absolutamente sí. Dusko también les habrá dicho, supongo, lo del cansancio que no existe, su marca registrada, pero a parte del idioma, el entrenador no puede inventar gran cosa en su intento de conectar con el grupo. La clave, por tanto, estará en las 24 orejas que se sientan frente a él, en su capacidad, por supuesto, pero sobre todo en su necesidad competitiva. A veces lo que va a suceder unas horas después es posible intuirlo en el medio de comunicación, pero normalmente el entrenador sólo lo sabe en la intimidad de esas cuatro paredes que recogen su mensaje, siempre parecido.

A estos Lakers de Jackson, Kobe y Pau, no les queda demasiado tiempo en la fase de perfecta maduración como equipo. El entrenador y su mensaje están ahí, parece que los dos líderes del vestuario también. Tal vez el año pasado era un poco pronto, pero es muy posible que el año que viene sea ya demasiado tarde.

Diario Público, 31 mayo 09

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