SOMETHING ABOUT PHIL MICKELSON

Lo volvió a perpetrar; es la quinta vez. Cinco veces segundo en el US Open, 'su' US Open, el lugar donde más lo jalean, donde más choca los cinco (¡cinco!) con el público, donde su mirada se hace más intensa, con esos ojos abiertos y esa cara panfilona que gasta en los momentos de máxima presión.
Esta vez lo tenía. Y aquella, y la otra. Y la del putt fallado el año que ganó Ogilvie. Se puso líder a falta de 4 hoyos, llegaba al hoyo 15, el más difícil, uno de los pares 4 más complicados que se juegan en el USOpen históricamente. La calle, apenas un pasillo de casa antigua. Son casi 500 yardas de tee a green, y el green se mueve más que los otro 17 juntos. El primer golpe fue al rough; la cosa se complicaba. Pero Mickelson sabe salir de ahí como pocos, porque se mete ahí como pocos. Tiene fuerza en las manos, su movimiento fluye (aunque es un zurdo de pega: como Nadal al tenis), su técnica es impecable. Y la gente, mientras tanto, sin parar: "¡Come on, Phil. Phil, Phil, Phil!". Además, se añadía el asunto de Amy, su rubita. Tiene cáncer. Mickelson pensaba dejarlo por tiempo indefinido, y seguramente lo hará a partir del mes de julio. Es un cáncer de mamá con buen pronóstico, pero Phil se dará un descanso. Por eso, el asalto al torneo, a 'su' torneo, se hacía todavía más estético.
Después de salir bien de la hierba espesa y llevar la bola hasta la parte alta del green, Nacho Gervás, 'el impagable', por lo que sabe, por lo que ama el golf y por lo que es capaz de transmitir, nos dejó muy tranquilos a los 'panfilon-faces' seguidores de Phil. "Lo tiene..." se le escuchó al final de una frase. Uff, pensamos inmediatamente. ¿Y la estética del perdedor? ¿Y el gesto de sorpresa cuando algo suceda? ¿Y la profecía que se cumple a sí misma? (Gonzalo Guirao, desayunos de la facultad de Sociología, año 1994).
"Ya se vienen los tres putts". Es la frase favorita de un mito de la Herrería Club de Golf. Y por supuesto 'se vinieron'. Y por supuesto 'se vinieron' otros tres putts en el hoyo siguiente. Y por supuesto 'su' torneo lo ganó otro; esta vez uno que pasaba por allí sin excesivo ranking. Lucas Glover. ¡Lucas who!
La biografía, no me negarán, es mucho más atractiva que la de Tiger. La estética del ganador tiene menos recorrido. Sobre todo desde que en los equipos, de cualquier especialidad, se ha puesto de moda celebrar los triunfos con esos absurdos 'plongeon' grupales hacia el público. La estética del perdedor, sin embargo, es adictiva. Esa media sonrisa que no envejece en esa cara cada vez más redonda; el paseo hasta la caseta de firmas después de una nueva no-victoria. Además, ya ganó un par de veces o tres cuando menos se esperaba. Entiéndame bien, estamos hablando de uno de los mejores jugadores de golf de siempre, con una grandísima cantidad de victorias...pero también con una profecía que alimentar. La misma demoledora estadística que predice las victoria de Tiger en un ¡100%! de las ocasiones cuando va líder de un 'major' después de tres vueltas, es la que podemos usar con gran fiabilidad para pronosticar 'something about Phil' cuando el viento sopla de cara.
¿Estoy exagerando? Lo siento, este blog es pretencioso y exagerado. El que prefiera una dosis de seca, dura y racial literatura deportiva, que cambie de soporte y se desayune las columnas del golfista vasco Javier Clemente en el Marca. Creo que fue Woody Allen quien lo dijo. "¡Es leer a Clemente, y empezar el día con unas ganas de matar a Tassoti!"

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