CUANDO EL JUEGO ERA SUYO

http://sports.espn.go.com/nba/news/story?id=4585983&campaign=rss&source=ESPNHeadlines

Esta es la historia de un beso falso, de una relación de amistad de mentira. Magic Johnson e Isiah Thomas se tiran los trastos a la cabeza casi 20 años después de retirarse. Por lo visto la culpa la ha tenido un libro escrito por Magic junto a Larry Bird con el periodista jackie McMullan como conductor de las revelaciones.
El título, "When the Game was Ours" es ya una declaración de intenciones, muy de Magic, por cierto, pero mucho menos de Bird, o eso pretendíamos creer hasta el momento.
Aquí siempre fuimos muy de Isiah Thomas cuando tocaba ser de alguien. En los 80, mientras crecíamos soñando con el juego, un poster de Isiah colgaba en la pared de la habitación rematando cada noche todo lo bueno que el baloncesto nos ofrecía durante la jornada; esfuerzo, amistad, pasión. La sonrisa de Isiah en la pared de la habitación, él y el balón, sin rivales ni compañeros de equipo, era la imagen del baloncestista perfecto.
Después fuimos creciendo, y ocurrió lo del Dream Team; extrañamente (por lo visto en el libro Magic lo cuenta con crudeza), Isiah no fue invitado a participar de una fiesta para la que había hecho méritos suficientes. En aquella habitación estuvimos absolutamente en contra de la decisión que seleccionaba para aquel equipo de ensueño a John Stockton por encima de Isiah. Stockton jamás había ganado un título de la NBA hasta entonces (después, tampoco), y Thomas ya tenía dos. Además, Isiah había sido nombrado un par de veces MVP del All-Star de la liga, cuando aquel partido era cosa seria. Pero sobre todo, en aquella habitación seguíamos creyendo en la sonrisa de Thomas. En la eterna expresión de felicidad que -ingenuos- todo el mundo tenía que compartir.
Pero aquello no lo compartía nadie, por lo visto. Ni siquiera el otro 'base-sonrisas' con el que se besaba fraternalmente al inicio de los partidos.
Magic e Isiah se besaban y ahora no se soportan. Parece que ya entonces todo era de pega, o al menos una gran parte.
Ante este baño de realidad, habrá que guardar en una cajón aquel póster lleno de optimismo y cerrar la puerta de aquella habitación adolescente. Al menos hasta que hayamos leído el libro y podamos seguir tomando partido por alguien, pero en esta ocasión será un partido entre adultos, y ya no podrán engañarnos con una sonrisa o con un beso de portada de Sports Illustrated.

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