POETA EN NUEVA YORK (KNICKS)


“Equivocar el camino /es llegar a la nieve /y llegar a la nieve / es pacer durante veinte siglos las hierbas de los cementerios”. Así comienza el ‘pequeño poeta infinito’ de Lorca dentro de Poeta en Nueva York.

“La NBA puede ser una mierda, o puede ser maravillosa…”. Así comienza el primer capítulo de la última aventura de la biografía maldita del baloncesto español. El ‘poeta’ Rodríguez, Sergio, llega a Nueva York, tras un sorpresivo intercambio a tres bandas, para enfundarse la camiseta de una de las míticas franquicias del mejor baloncesto del mundo. Esta vez el entrenador es definitivamente perfecto –en Estados Unidos es simplemente ‘coach’ D’Antoni, pero en Italia llegó a ser conocido como Arsenio Lupin, un mito en el puesto de base que robaba balones con la misma sencillez con que llevaba a su equipo a ganar campeonatos-. La ciudad es el centro del universo; en las gradas encontrarás el calor de cientos de aficionados que noche tras noche desean vivir el espectáculo del Madison Square Garden, estupenda alternativa ante la lógica posibilidad de que no haya billetes en el musical de Antonio Banderas. Banderas en Broadway es Pau Gasol en el Staples Center, es Nadal en Roland Garros, o Fernando Alonso en Monza. No es todavía tu liga, maldito poeta Rodríguez, pero todo encaja por fin, y las excusas deben dejar definitivamente paso al talento que llevas dentro.

“Necesitamos un jugador como él, capaz de hacer llegar el balón al compañero adecuado y de inventar la jugada correcta a una mayor velocidad”; declara el presidente Walsh en la web del equipo. Es el ‘fast-tempo’ que D’Antoni impuso en Phoenix cuando Steve Nash llegó a ser el Jugador Más Valioso (MVP) de la liga regular. Nueva York te necesita, poeta Rodriguez, y mi amigo Manuel Moreno (¡entre muchísismos otros!) lleva más de tres años esperando a que por fin derritas la nieve de su afición al baloncesto.

DIARIO PÚBLICO, 1 marzo 2010

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