LA CLASE MEDIA

El 'baloncesto ESPECTÁCULO' es un invento norteamericano. Con todas las virtudes y defectos de su sociedad en cada momento. La cultura de un país suele reflejarse en la manera de entender y practicar el deporte tanto como, por ejemplo, en sus gustos literarios, tendencias empresariales, políticas etc. Estados Unidos es el ‘país espectáculo’ y lo es porque a la mayoría de sus habitantes les parece bien que lo sea. Están educados para entenderlo de ese modo.

La NBA es la empresa mejor montada del mundo en su sector, sin duda. Conoce el gusto del consumidor y le da lo que quiere. Está tan bien estructurada, que incluso consigue exportar su negocio a todos los rincones del planeta. Antes había una escuela rusa, una yugoslava, una italiana, incluso hubo una escuela española de figuras del baloncesto. Cada vez queda menos para que todo sea lo mismo. La Euroliga, impulsada en un principio por la ACB y ahora por su cuenta y riesgo, está organizando lo que –parece imparable- desembocará primero en una Liga europea supranacional y luego, quién sabe, quizá en un verdadero ‘World Championship’. Por pretender...

Si este cuadro tiene algún tipo de fundamento, que lo tiene, por lo menos algunas preguntas habrá que hacerse: por ejemplo, ¿cuántas filiales de una futura división NBA-Europa caben en España? Dudo que ni siquiera las cuatro empresas-ciudades (Vitoria, Madrid, Barcelona, Málaga) que han escenificado la ruptura. Al final del proceso seguramente no habrá ni un gran número de empresas españolas, ni un excesivo número de jugadores, ni por supuesto demasiados dirigentes. Si tienen que estar los mejores, tendrán que estar los mejores en todos los puestos de la empresa, es de suponer.

¿Qué le quedaría al baloncesto profesional español? ¿Dónde está su sitio, si es que lo tiene?

La sensación es que la única salida en el medio plazo, si quiere seguir existiendo, pasará por organizarse en algo así como la pequeña y mediana empresa del baloncesto nacional, con el pequeño y mediano mercado como entorno, con el ídem ejecutivo español como pieza clave, y con los ídem españoles como jugadores franquicia. ¿Acaso sería eso tan malo? ¿Es que acaso no habría suficiente demanda que cubrir?

Si los de arriba, tras estos 25 años ACB de ejemplar modelo de competición de baloncesto fuera de la NBA han puesto una velocidad punta ciertamente inalcanzable, y apuntan más arriba todavía, ¿merece la pena seguirlos siempre con la lengua fuera, y la cuenta de resultados en un rojo sonrojante y permanente? ¿Cuál es el miedo a organizar una buena clase media empresarial en el baloncesto español, con una estructura sólida bajo los pies, cuando todos los indicios apuntan en esa dirección como la única posible?

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