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Mostrando entradas de enero 11, 2009

EL HOMBRE QUE SABIA DEMASIADO

“Pablo, la razón es narrativa”, me solía apuntar cuando –como es habitual- me iba por las ramas, y supongo que lo seguirá haciendo porque no creo que perdamos el contacto. Al fin y al cabo, sólo se ha retirado del baloncesto, pero no parece sencillo que pueda dejar de ser mi hermano. Hay cosas, menos mal, que no dependen ni de su voluntad, ni de mis méritos. Gonzalo Martínez, Gonzalito para los de Estudiantes, o G-MAN en Gran Canaria (hay vestuarios más modernos que otros), se ha vuelto a adelantar a los acontecimientos: esta vez, se adelantó a su último contrato deportivo. Vio más allá –como es habitual-, analizó el problema, y tomó una decisión. Seguramente de nuevo la correcta. Es la historia de su vida, qué se le va a hacer. La historia de un privilegiado individuo que ha venido utilizando montones de herramientas sobre las que apoyarse y no dejar de crecer. Y uno, que le ha podido seguir de cerca, que se tiene por curioso y que además lo admira, a veces se preguntaba: ¿no se le qu

PRIVILEGIADOS.

Ganarse la vida jugando al baloncesto es sin duda un privilegio. El juego es uno, pero las especialidades varias. Los que más suelen disfrutar son los mete-puntos. Y eso que desde hace tiempo escasean estadísticas como la de Rudy del sábado: 34 puntos con 23 tiros a canasta; quién los pillara. Anotar se complica cada vez más, aunque los niños, en los entrenamientos, supongo que seguirán soñando con tirar mucho y meter siempre. En un segundo nivel de privilegio deberíamos colocar a los que organizan. Sobre todo cuando el entrenador delega claramente los galones con mando en cancha. Quizá este tipo de jugador no siempre lo pase tan bien como el que tira cuando quiere, pero les aseguro que se puede disfrutar bastante con ese desempeño. En un tercer peldaño necesariamente aparecen los que se pegan dentro y fuera. Los fuertes. Aunque fuertes ahora están todos, nos estamos refiriendo a los que cobran fundamentalmente por rebote, bloqueo, defensas de máxima exigencia, y otros trabajos de grue

APRENDER A GANAR

Lo más difícil del baloncesto, sin duda. Lo más difícil de cualquier deporte. ¿Se puede enseñar a un jugador a ganar un partido? Se le puede enseñar la técnica del juego, la defensa, el ataque, el pase o el tiro, pero sólo unos cuantos privilegiados consiguen entender el cómo y el porqué de una victoria. Esos jugadores valen mucho dinero. Cuando se da la circunstancia de que se juntan varios en el mismo equipo, difícil será para el contrario. Estos jugadores tienen una cualidad que los distingue del resto: su concentración permanente en el juego. Desde que ponen el pie en el parqué, sólo tienen un objetivo. Sin más. Sin muchos adornos, sin concesiones al lucimiento más allá de las estrictamente necesarias, pero con la idea muy clara; qué hacer para que el equipo gane. Ser un buen jugador de baloncesto no significa tener esta cualidad ni mucho menos. Es más, en un deporte tan estético como el nuestro, no todo el mundo es capaz de valorar esta especial virtud. Para definir a un jugador s

HUELVA EN MIS RECUERDOS

Una de las cosas más bonitas que puede suceder en esto del deporte profesional, es ésta: imaginad que, trascurrido un tiempo, pasada ya la página de ponerse las zapatillas todos los días, para ganarse mal que bien los duros tratando de ordenar en la cancha a cuatro compañeros –cosa que costaba un mundo, por cierto-, le piden a uno escribir unas palabras para recordar una experiencia imborrable, o para saludar a toda una afición inmejorable y a una ciudad en la cual fui feliz; que todo eso fue Huelva para mí. Pues eso me ha pedido un gran amigo. A ver si soy capaz de poner en un pedazo de papel algo que nunca se me olvidará; los seis meses que pasé junto a vosotros. A la historia, por lo menos a la que yo tengo en mi recuerdo, habría que cambiarle el epílogo. Si un guionista americano de esos que siempre acaban con sus finales llenos de felicidad, se hubiese encargado de la película, ni yo me hubiese lesionado, ni John Williams nos hubiese metido ese ‘churro’ en el último segundo del ú

INERCIAS

“One day, one dollar, another day... another dollar”. Lo aprendí con 20 años. Fue prácticamente lo primero que les oí a los americanos del equipo. En aquel momento me pareció la típica estupidez que no servía para nada. Hoy, sin embargo, lo utilizo para iniciar opiniones. Como cambian los cuentos. En la ACB hay un equipo de moda. Todos los años pasa. Cuando la competición se inicia, los pronósticos vuelan por doquier. Este año, tal cosa... y los argumentos ocupan páginas enteras. Pero después la realidad suele ser más simple: hay equipos que comienzan la liga con un objetivo, y cada uno pone exactamente lo que el conjunto necesita para llegar a cumplirlo. “one day... el que tiene que meter los puntos, se dedica con profesionalidad y competencia”. “Another day... el que se sienta en el banquillo genera las rotaciones y la confianza en su trabajo que sus doce jugadores esperan para cumplir lo ordenado”. Este año la frase se cumple por el norte. Volvió el Aguilas de Bilbao, o el Kas, con

ARTISTAS

Curar lesiones puede ser un arte. Me contaron la historia de un ‘artista’ que llegaba a utilizar la ilusión del paciente como herramienta de curación. “Desde ahora, y durante los treinta próximos días, tienes una tarea obligatoria: tu primer pensamiento al despertar será forzosamente sobre algo que desees hacer ese día… ¡y tendrás que cumplir con ello! ¿Estamos?” Y sí, parece que el paciente estaba. Por lo menos el que me lo contó, lo hizo. Y funcionaba. El ‘artista’ lo llamaba pomposamente ‘La Teoría de La Ilusión’. Nada menos. La puesta en marcha era simple. Ring del despertador, y objetivo al canto: “esta tarde me compro el directo de Dylan en el Royal Albert Hall de Londres en 1966. De hoy no pasa”. La búsqueda podía durar horas, pero había que cumplir el objetivo. Y así durante treinta días, con sus treinta ilusiones, y una filosofía detrás: cambiar la forma de pensar sobre las cosas. Entrenarse en positivo, Eliminando la senda dolorosa que puede llegar a cronificar cualquier lesi

A PARTIDO PASADO

Cada vez que alguien me ha hablado de posibles limitaciones de Felipe Reyes como jugador de primer orden, me viene a la mente su imagen persiguiendo victorias sin atender a razones. Entrenábamos juntos un día en 1997, con el equipo B de Estudiantes, cuando hacia el final de la práctica al entrenador se le ocurrió pitarle en contra dos faltas. En qué momento. A la siguiente escena le faltó únicamente la cabina telefónica en la que entraba Clark Kent y salía Superman. Felipe abrió el grifo de la testosterona, y de repente la cancha se tornó tira de cómic, con el ‘pequeño Reyes’ arrinconando a cinco circunstanciales rivales para darle vuelta a un vulgar partido de entrenamiento, como si le fuera la vida en ello. Esa actitud en cualquier profesional competente suele recibir elogios a punta de pala. Porque además es contagiosa. Y uno piensa que entre las numerosas armas del Madrid de Plaza, con Felipe de capitán, el grifo de testosterona ha sido uno de los recursos que en ciertos partidos c

DEL BASE TOTAL AL BASE GLOBAL

Si traducimos literalmente Point Guard, obtenemos un punto que guarda, que custodia… el bajito de toda la vida, o sea. En el baloncesto americano se decía que los bases podían ganar partidos, pero eran los pívots quienes ganaban campeonatos. Con la aparición de Oscar Robertson en los 60, y sobre todo con Magic a principios de los 80, la cosa cambió. Hasta entonces, la pareja Cousy-Russell de los dinásticos Celtics había sido un buen ejemplo. Bob Cousy, el bajito que custodiaba a los verdes, llegó a Boston en el año 51, pero hasta que Bill Russell aterrizó en 1956 su casillero de títulos permanecía en blanco. A partir de entonces cayeron seis casi seguidos. Poco más tarde Oscar Robertson, con dos metros y dominando cada faceta del juego, coincidió en Milwaukee con Lew Alcindor. El Gran Oscar ya podía hacerlo todo solito, aunque es cierto que la llegada de Alcindor le dio su único título de campeón NBA. Después Alcindor se convirtió en Kareem Abdul Jabbar, y durante su etapa con Magic e

EL EQUILIBRIO INESTABLE

A nadie le consta que Antonio Magariños, fundador de Estudiantes, se levantara un día en aquel Madrid de 1948 inspirando la frase que más tarde Luther King dejó para la posteridad. Aunque bien es verdad que aquello de “¡Ayer tuve un sueño!” hubiera colado como explicación a la decisión de un Catedrático de Latín que fue convencido por sus alumnos para impulsar un deporte que acabó montándose encima del fútbol en el Ramiro de Maeztu. Pero si Don Antonio no soñó el Estudiantes, lo que sí parece estar escrito fue su pensamiento sobre un posible futuro: “…en los albores del siglo que viene, quien sabe si Estudiantes no andará jugando partidos al otro lado del océano, o llenando recintos como el estadio Chamartín…” La sentencia no es literal, pero la entrecomillo por boca de Luis Martínez Arroyo, uno de los jugadores de aquel primer equipo de hace sesenta años, y que por cierto es mi tío y padrino. Ya saben, las sagas. Charlando andábamos una tarde, con Estudiantes como excusa, cuando surgi

LA PROFESION VA POR DENTRO

Aquellos que tengan el baloncesto como un pasatiempo de primera necesidad, pueden seguir con la boca abierta. Estos ‘Chicos de Oro’, ‘Chicos de Pepu’, ‘Amigos de Japón’, o simplemente ‘Mejor Selección Española de Baloncesto Hasta El Momento’, nombre original y difícilmente transferible, no quieren parar de sorprendernos. Ya no es que sus sonadas victorias y derrotas sean de todos, abran portadas, provoquen adjetivos súper-calificativos, y aumenten el ‘share’ de las cadenas de televisión, no; es que a algunos de sus protagonistas les estamos siguiendo hasta la zona más personal de sus carreras deportivas: las lesiones. Ocurrió el año pasado con Pau, y se ha vuelto a repetir con Jorge Garbajosa. La última noticia sobre Jorge es que se va finalmente a Baltimore a una revisión en la cual determinarán si necesita operarse de nuevo. Los médicos de Toronto han detectado algo raro en la evolución de su pie dañado, y quizá la solución pase por una nueva operación. Pero resulta que esto, que nor

RESPETEMOS A NAISMITH

Según parece, James Naismith, o Jim entre los suyos, era uno de los chicos más fortachones del colegio. Y su biografía dice que se licenció en Arte con más voluntad que vocación, pues antes que inventor fue sobre todo un enamorado del deporte con grandísimas influencias presbiterianas, lo cual le llevó a la necesidad de ayudar a otros mediante dos herramientas: ejercicio y espíritu. El resto es más conocido, claro. Un día le encargaron que creara un juego bajo techo, porque en Massachussets hacia mucho frío en invierno, y nos dejó el baloncesto. No podremos agradecérselo bastante. O tal vez sí. Se me ocurre que lo hacemos cada vez que respetamos su invento, por ejemplo. Y el Basket Ball nació con dos objetivos fundamentales: “que sea justo para todos, y que esté exento de juego sucio”. Es decir, para que fuera practicado por buenos chicos. Esto viene a cuento porque el Joventut fichó en verano a Lonny Baxter, pero no debutará la semana que viene. Resulta que se ha pasado sesenta días e

EL ENTRENADOR Y SU MALETA

Esto iba de La Soledad del Entrenador, un melancólico y manoseado concepto que pretendía usar para escribir cuatro párrafos sobre Phil Jackson, Pat Riley, Ivanovic, Joan Plaza, o Pepu Hernández. Pero resulta que ayer estuve de oyente en una breve charla entre dos amigos cercanos. Eso sí, amigos sobradamente preparados para hablar de lo que saben. De baloncesto, por ejemplo. Y la cosa, que empezó por los problemas colaterales de un equipo con varias derrotas seguidas, acabó derivando en otro concepto: la Autoestima. Según escuché, es algo que debería viajar siempre en la maleta de cualquier entrenador que pretenda convertir su pasión en un modo de vida y futuro. Y quizá hasta le pueda servir como antídoto a su soledad, añado, por aportar algo a lo muy manoseado. Pase lo que pase, se decía en la charla, jamás se puede perder la Autoestima. Y desde esa máxima, revisemos algunas imágenes. De repente, por ejemplo, la gomina de Riley, y sus trajes impecables, ya no serían elementos accesorio

FIGURAS EN YOUTUBE

Hace un par de días me dieron un soplo: “entra en Youtube, escribe Serge Ibaka, y verás a un ‘figura’ que dicen que acabará en la NBA”. Y allí que me fui, sin pagar entrada. Y la cosa merece la pena. Son cinco minutos de un hombre jugando con niños. Tapones, mates, rebotes, tiros de corta, media, larga distancia, segundos y hasta terceros intentos tras fallo (tal vez mejorable su mano cerca del aro), y salidas botando por el pasillo que en el baloncesto del siglo XX solían ocupar casi en exclusiva los aleros que se ganaban parte del jornal como palomeros. Y todo ello desde aproximadamente dos metros siete centímetros, 18 años, y cuerpo de súper atleta, claro. Una delicia de video, al alcance de cualquiera, y que pienso recomendar, entre otros, a un amigo de mi hermano que mantiene la teoría de que Youtube es el mejor invento de los últimos cien años, después de la penicilina. Pero como solía decir un sabio directivo de Estudiantes, cuando creía que asuntos secundarios de marketing esta

EL BALONCESTISTA EJEMPLAR

Me viene a la cabeza Ricky, claro. De hecho, pretendo utilizar sólo su ejemplo hasta las últimas líneas de este artículo. Siento no haberle pedido permiso, pero cuando le conocí, hace casi dos años, este periódico no estaba planteado, y mi columna menos. Solamente pude contar la experiencia a mis cercanos. Fue durante un partido entre dos colegios. Uno, el suyo, de Badalona. El otro, de Barcelona. Las gradas estaban repletas de chavales. Y la pasión se desbordaba. Ricky no jugaba. Estaba en el banquillo, vestido de calle y animando a sus compañeros, porque en un partido anterior de la misma competición se había hecho un esguince de tobillo. Los que estuvimos allí, difícilmente podremos olvidar aquella tarde de viernes. Lo primero de todo, porque el partido colegial fue la locura. Particularmente, además, porque me sirvió para iniciar el análisis sobre un chico que deja tanta huella, que tiene rango de caso. En aquel ambiente, tan lleno de caos y pasión, se le podía confundir con uno má

SIGUE SOÑANDO, ROGER, POR FAVOR

Calculo, sin mirar su biografía, que ya deben ser más de veinte años creyendo que se pueden pegar todas las derechas y todos los reveses con la raqueta por delante del cuerpo, como trataban de enseñarnos los profesores cuando empezábamos. Me acuerdo de que esa era casi la primera lección. ¡Ponte de lado y pega delante! Se oía prácticamente con cada pelota que uno trataba de impactar. La bola llegaba desde el otro lado de la red, y en ese momento el profesor, dada la premura de la acción, enmarcaba toda la verdad filosófica del tenis en tres palabras y una orden: ¡pega siempre delante! Pegar siempre delante. El sueño de cualquier amante del tenis. Solamente cuando el tenista principiante ha conseguido controlar la velocidad de bola con el profesor al lado de la red, estará dispuesto para el siguiente reto. El profesor se irá entonces alejando hacia el fondo de la cancha proponiendo un intercambio a una mayor distancia. Pero la velocidad de bola tendrá que estar en todo momento bajo cont

NAVARRADAS

Se acabó. A partir de ahora, para verlo jugar en directo, será de madrugada y por la televisión. O eso, o habrá que gastarse la pasta en viajes a Memphis, o habrá que esperar al próximo verano para que vuelva a ponerse la camiseta con la que suele colgarse oros, platas y bronces junto a sus amigos de quinta, cancha y cartas. Navarro estuvo el jueves en el Palacio de los Deportes de Madrid, buscando su primera victoria como jugador NBA y despidiéndose de los que hasta ahora habíamos sido sus admiradores a tiempo completo. Que no es que vayamos a dejar de serlo, sino que desde noviembre tendremos que compartirlo con los americanos. Él lo ha querido así, y no nos queda otra que respetar su querencia. De momento, y en sólo dos semanas, ya le han buscado un nuevo mote para su nueva vida profesional. Se supone que seguirá haciendo entradas perdiendo o acortando el segundo paso mientras a una mano tira la pelota al techo del pabellón, pero por lo visto su compañero Miller ha decidido que a pa

Septiembre de 2032. Las Bodas de Oro de la ACB.

Estarán conmigo en que no ha sido fácil llegar hasta aquí. Todavía hay quien dice que 50 años no son nada; no se lo creen ni ellos. En el baloncesto, dos segundos fueron capaces de contener hace ya un cuarto de siglo una canasta de un ruso de Pittsburg y un fallido rectificado en el aire de un enorme español, barbudo y medio exhausto. ¿Si en tan solo dos segundos este deporte había trucado el color de un vil metal, cambiándonos el oro por plata -y la risa por llanto- en el país del ba-lon-ces-to con 6 millones de audiencia por un día… qué no sería capaz de cambiar antes de celebrar las Bodas de Oro, de proponérselo de veras? Aquella tenía que ser la última bronca; la bronca de las Bodas de Plata, que por enésima vez sentaba en la mesa cónyuges con distintas religiones, credos y hasta zarandajas. La ACB pretendía estar de fiesta en 2007, pero la competición comenzaba para la prensa no con los análisis de las plantillas, ni en los ambientes pre-partidos, sino con la búsqueda de chicas qu