Los grandes entrenadores malagueños nacen donde les da la gana








Al inicio de esta final tan inesperada (y tan celebrada por los que canturrean cada año en las gradas eso del Barça, del Madrid y de sus huevos…) nos imaginábamos a Ibón Navarro declarando en la tele seguir "cagao" -como ya manifestó en el descanso del primer partido-, y tratando de disimular esa media sonrisa de Han Solo que todos aficionados interpretamos sin dudar; "La nave ha recuperado definitivamente la velocidad que la hizo temida en la galaxia ACB". Al otro lado de la pista, probablemente andaría Txus Vidorreta con los ojos cerrados y en trance. Un tipo que perdiendo por 1 punto y con balón del rival, a quince segundos de la semifinal de sus vidas, se coloca detrás del segundo entrenador a escuchar como les ordena la defensa y el ataque a sus muchachos, y él se reserva una sola frase final en la escena: "I'm already proud of you, ok guys!", más que un entrenador es ya un maestro Jedi. 

Todo eso lo íbamos imaginando, porque la jefatura de festejos nos había adjudicado un plan de cine de superheroes de la Marvel a las 6pm.

(Una pregunta imprudente para los aficionados al cine de superhéroes; ¿no estáis un poco también hasta las 'narices' de la misma película de Marvel estos últimos 10 años?).


La primera parte de esta inesperada e ilusionante final, por tanto, me la tuve que imaginar mientras contemplaba impactado  a una "abuela divertida y con arrugas" (así se refieren a Michelle Pfeiffer los cabrones de 10 años), con la sensación de que Unicaja podría estar algo más entero, pero teniendo para mi al Tenerife por encima en las apuestas.


El ver un 39-37 al descanso me quitó algo el cabreo por lo de la abuela Michelle. Me había perdido mucho, pero no me había perdido nada. Era impactante ver la estadística de tiros de dos puntos de Tenerife (21-26 al final del partido debe de ser un récord absoluto de la historia de este tipo de partidos), y también el raro agujero que estaba permitiendo a su rival aprovechar segundas oportunidades en los ataques. ¿Cansancio excesivo? Tal vez…


Por el lado malagueño llamaba la atención el que todos los jugadores habían estado razonablente bien, pero ninguno había sobresalido. En partidos con tanta tensión, casi siempre ha de surgir de un modo u otro ese "Sabino, a mi el pelotón, que los arrollo", y no estaba pasando.



Un partido así, nos dijimos a mediados del último cuarto, olvidados ya los dichosos superhéroes y centrados en lo puramente técnico, no se le debería escapar a la conexión Marcelinho-Jaime-Shermadini, con Vidorreta moviendo el joystick como sabe. Mi mensaje a un amigo aficionado de Unicaja fue evidente; "ayayay", y su respuesta de alguien que conoce mejor aquello que muchos otros: "no subestimes el corazón verde". Nos vino entonces a la cabeza la figura de Javier Imbroda, ese centro de coordenadas técnico-táctico y sobre todo temperamental, al que tanto echamos de menos, y que permite entender de cabo a rabo ese mensaje del amigo. 


Una sola estadística sirve para cerrar el partido por esa vía; pese a los impactantes 21 puntos y 10 asistencia de Marcelinho, Unicaja se mantuvo por encima 9 minutos en el cuarto final, y ahí, sí, ya surgió un cierto faro más concreto en la figura de Tyrone Carter (MVP del torneo), que jugó 9 de esos minutos decisivos, y se vio muy apoyado por la irrupción de Osetkowsky, con 7 puntos, y por la solidez de Will Thomas, sobre cuya capacidad en el poste bajo ha pivotado Ibón Navarro en todos los finales de los partidos.


 "Amo a estos chicos, de verdad", fueron las primeras palabras del entrenador tras una de las gestas que se recordarán en Acb durante años (nadie se había alzado con la Copa ganando a Barça y Madrid). Y a este cronista le dio por imaginarse entonces a Obi wan Imbroda a lo lejos, con esa mirada intensa que siempre tuvo y declarando donde corresponda que los grandes entrenadores malagueños de baloncesto tienen derecho a nacer en Melilla, en Brescia o en Vitoria.


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