RAFA; DIGAMOS DE TI SOLAMENTE LO IMPORTANTE
“Muchas veces los deportistas creen que con su talento es suficiente y no es importante esforzarse en los niveles en los que Rafael Nadal lo hace. Piensan que no es necesario correr a todas las bolas ni prepararse para poder llegar a ellas adecuadamente, éstas son virtudes de Rafael que saltan a la vista” La parte práctica de esa creencia, la vimos en cada uno de sus partidos. “Más fuerte que tú, más rápido que tú, más intenso que tú… durante mucho más tiempo que tú”.
Efectivamente, han sido dos décadas enteras.
El de Rafel, fue un salvajismo plenamente tutelado desde el corazón de una aldea de íberos físicamente superdotados, encomendado al mediano de la familia, a ese tío Toni con hambre y sed de justicia, con su hermano mayor triunfando en los negocios, y el pequeño siendo campeón de Europa en el deporte fetiche de cualquier familia íbera que se precie. A Tío Toni solo le quedaba la pertenencia al clan a través de una misión guerrera al nivel de la de sus hermanos. Y la historia se le fue de las manos.
Empecemos analizando el hecho previo; el juego del tenis. Los tenistas descienden por línea ‘genético-deportiva’ de un señorito anglosajón que, con la vida resuelta, puso una red en mitad de su perfecto jardín para divertirse un rato. Si a esta caricatura le añadimos la perfección técnica, el individuo que mejor ha ‘interpretado’ el tenis de la historia.disfrutamos a niveles de ‘Religious Experience’ (como escribió David Foster Wallace, un maldito y genial escritor estadounidense con un joven cadáver), fue Roger Federer.
Roger fue la perfección de la ‘prima donna’, en un juego tan asociado a la ‘fineza’ como el engaño al área de penalti. Suficientemente distante, tirando a educado, técnicamente inmejorable (con lo que eso significa para los millones de niños que lo observan), el suizo fue ese ser humano con un don en la raqueta. Un tipo contra el cual sus rivales siempre pudieron perder como el tenis merece, es decir, sin darle la más mínima importancia, pues, simplemente, jamás podrían jugar como él. Y frente al que los diferentes públicos no podían sentir sino la esencia de un invento tan británico; el profundo respeto que dispensaría un amante de la ópera a cualquier individuo a la hora del té sobre un manto verde con una red en medio. Roger, por tanto, era el número uno ideal de este invento. El jugador aristocrático que todo tenista ha soñado con ser. Un tipo normal, con sus virtudes y defectos, a los mandos de una raqueta de leyenda, provocando un ‘oh’ y un ‘ah’ tras otro en amigos y rivales, desde Australia a Norteamérica pasando por Francia y 'Great Britain'. Y en esas estábamos, tan relajados, cuando un chaval de Manacor, con la técnica del tenis como simple herramienta para poder explorar, en realidad, los límites de la voluntad del ser humano ante cualquier reto, crecía hacia la leyenda.
El ‘Nadalismo’ en el tenis siempre resultó apasionante porque existió un lógico ‘Anti Nadalismo’. El de todos aquellos que llegaron a la conclusión de que jamás, nadie, podría jugar al tenis con la perfección estética de Federer… y eran incapaces de entender el porqué de cada derrota frente al sobrino de Toni.
Una de las veces en las que Maradona se pasó unos cuantos días encerrado en el hospital con su país en vilo porque se moría, circuló por Internet un artículo de Mirta Bertotti titulado “Vivir para contarlo”. Era la carta de una mujer, madre de familia, suplicándole al Pelusa que no se muriera pese a no ser santo de su devoción. Su petición estaba resumida en este emocionante párrafo: “Dentro de muchos años, los hijos de los hijos de la Sofi van a vivir en un país mucho mejor que el que tenemos ahora. Estoy segura. Y nadie se va a acordar que eras un fanfarrón y un bocasucia. En los libros de lectura se va a decir de vos solamente lo importante, que acá una vez nació un negrito que jugaba a la pelota mejor que nadie, y que era capaz de levantar a un pueblo triste y volverlo loco de alegría, de hacerlo feliz incluso en las épocas más negras. Para que no se muera ése, rezo”.
Siendo el día que es, el lector nos permitirá el uso de licencias hiperbólicas, tomando al Diego por el fútbol entero y a Nadal por el tenis global. Y si los hijos de la Sofi pueden seguir de vez en cuando contando a sus hijos como jugaba Maradona, los enamorados del tenis deberíamos hacer lo mismo a partir de hoy con Rafa, sin dudarlo. Y con la tecnología actual no habrá excusas que valgan.
Uno, que solamente pudo ver a Santana en blanco y negro ganando la final de Wimbledon al americano Ralston, por ejemplo, asistió durante toda la infancia las tertulias de gente de esa generación a los que se les iluminaban los ojos contando aquellas batallas de Copa Davis. Ahora que todo es más cercano y accesible, y que tal vez se haya perdido la ingenuidad de entonces, habrá que luchar por mantener esas narraciones de los acontecimientos irrepetibles con el mismo brillo en la mirada. Hoy Rafa, frente a un rival imposible de abordar en su estado actual, ha dado el penúltimo paso para cerrar 20 años de carrera profesional imbatibles en la historia de su deporte. En los libros de lectura, Rafa, diremos de ti solamente lo importante: que jamás nadie jugó al tenis en la tierra como fuiste capaz de hacerlo tú.
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