CAROLINA, NOVAK Y ÁGUEDA EN LOS JUEGOS DE PARÍS 2024 (II)


CAROLINA

La lesión de ligamento cruzado de Carolina nos sobrecoge a todos. La foto junto a su entrenador, ambos de rodillas, superados por una situación que jamás podrán comprender, queda como icono de estos Juegos Olímpicos. Al lema de más rápido, más alto, más fuerte (Citius, Altius Fortius), parece que en 2021 le añadieron el concepto ‘juntos’ (Communiter). ¿Tiene alguna explicación coherente lo que le ha sucedido a Carolina? ¿Existe realmente la ‘mala suerte’ en el Alto Rendimiento? 

Nos topamos al día siguiente con dos enfoques diferentes. El primero, las declaraciones del médico que ha ido operando a la jugadora en sus roturas anteriores. El doctor Pedro Guillén nos deja estas declaraciones; “Es importante tener en cuenta que los deportistas son fuente de patología, están muy cerca de la lesión y realmente es normal que ocurra, porque están al más alto y más extremo rendimiento. O hacen eso o no van a conseguir lo que se proponen. Cuando hablan de que se ha lesionado un deportista y dicen ‘es porque está mal preparado’, eso es mentira. Si se lesiona es porque el deporte es fuente de patología y punto. El porcentaje de deportistas que sufren lesiones antes o durante grandes citas como los Juegos Olímpicos es altísimo, lo llevo viendo toda la vida, es lo normal, van al límite”. Vista la opinión del experto, está claro que al lema olímpico le falta otra acepción del latín; ‘bonam fortunam’. 


Encontramos después las reflexiones de la psicóloga deportiva Meritxell Bellatriu: habla de la personalidad y sus derivaciones como posibles causas potenciales de lesiones deportivas. Los rasgos de personalidad, junto a la capacidad para afrontar una situación concreta”  –teniendo en cuenta también el historial anterior de estresores-, “pueden generar un efecto multiplicador o reductor en situaciones de riesgo que amenazan al deportista”. Dicho de otro modo, “deportistas con ansiedad, ánimo negativo, baja autoestima, baja tolerancia a la dureza o un sistema rígido de creencias y actitudes, tienden a lesionarse más que aquellos que no poseen dichos trazos” manifiesta Bellatriu. 


Fuera simplemente la mala suerte, o un complejo problema de estresores, el impacto general fue de los que hacen época. Como corresponde, lógicamente, al nivel competitivo de una de las grandes referencias en la Historia del Deporte Español


NOVAK



Este segundo nombre tendría que haber sido el de Carlitos Alcaraz. Sus lágrimas en las declaraciones post partido también quedarán en la retina de todos los que estábamos frente al televisor. Ya hemos hablado por aquí de la imbatible ‘estética’ de la derrota. Tantas veces se ha oído a los deportistas explicar la victoria como “un alivio frente al dolor de caer derrotado”. Sin consultar a los expertos en el mundo del tenis, no creemos equivocarnos demasiado al considerar este triunfo de Djokovic (a los 37 años, en la pista central de Roland Garros, frente a un evidente heredero de su grandeza), como uno de los más relevantes de su carrera. Durante ciertos momentos del partido, intercambiamos mensajes con otros deportistas, preguntándonos si el nivel de intensidad de Novak, su capacidad de mantenerse físicamente en el partido con esa exigencia que en todo momento se estaba planteando, se había dado antes a esa edad, y en un momento de tanto estrés competitivo.


La respuesta era evidente. A tantos momentos de asombro que nos ha proporcionado un tipo que se metió en medio de una rivalidad a la que no había sido invitado (un dato impacta sobre cualquier otro; el mítico partido Nadal vs. Federer ‘solo’ se llegó a disputar en 40 ocasiones -24 a 16 favorable a Rafa-, mientras  el Djokovic vs Federer alcanzó los 50 enfrentamientos -27 a 23 favorable a Novak-, y el Djokovic vs. Nadal ha llegado ya a los 60 con el de esta semana pasada -31 a 29 para el serbio-), habrá que añadir este oro olímpico sin ningún argumento puramente tenístico posible antes de empezar el partido; Carlitos ya saca tan bien como él, ya pega el revés tan bien como él, el drive le corre bastante más, tiene 16 años menos y miles de kilómetros menos de cansancio en las piernas, no se había tenido que operar de una rodilla dos meses antes, y encima el partido se jugaba en tierra batida. El triunfo de Novak, por tanto, se ciñó más que nunca a un concepto absurdo; ‘yo puedo simplemente porque yo creo que puedo’, y su oro olímpico es la guinda definitiva que lo proyecta a un lugar inalcanzable para el resto. París 2024 cierra para siempre el debate que nos ha mantenido tan entretenidos estos últimos 5 años, desde que el llamado ‘Big 3’ encaró su último ataque a la cumbre de la Historia del tenis. 


ÁGUEDA


No sé si pudieron presenciar la carrera de la atleta segoviana Águeda Marqués en los 1.500 m. (“la segunda atleta segoviana en toda la historia de los Juegos Olímpicos”), que hizo marca personal en su serie, bajando en más de un segundo su anterior registro. Mientras Novak se ubica en una cumbre de 24 Grand Slam y un oro olímpico a la cual no es probable que veamos acceder a ningún otro ser humano, y nos sobrecoge, aparece Águeda en zapatillas de clavos, con las pulsaciones todavía altas, con las palabras exactas ("aquí es que la gente corre mucho"), la sonrisa más contagiosa que uno haya visto en años, y nos acompaña en un sentimiento.


"Jamás seremos Carolina, ni Novak -nos dice con la sonrisa nerviosa más auténtica que uno haya visto en años-… o León Marchand, o Gabby Thomas, o Mondo Duplantis, o Saúl Craviotto, o Kathy Ledecky o Simon Biles… o Mijain López, un luchador cubano que ha obtenido en estos juegos su quinta medalla de oro seguida en su especialidad (nadie lo había hecho en la historia olímpica), estos no podemos ser nosotros, ni cerca. Ni lo serán nuestros hijos, ni nuestros nietos, ni... pero la mayoría podemos ser una esforzada y disfrutona atleta segoviana que corra su serie mejor que nunca. Y a veces te dan la oportunidad de pasar a la repesca, mira tú qué bien"










 




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