“No soy capaz de controlar mis emociones” (Carlos Alcaraz)
Entrevista de ficción a JORDAN PETERSON*, sobre la base de su concepto “Trátate a ti mismo como si fueras alguien que depende de ti”
Estaba usted hablándome de fármacos… y de repente se me vienen a la cabeza las últimas declaraciones de Carlos Alcaraz, el gran jugador de tenis español. "No soy capaz de controlar mis emociones", ha dicho el murciano después de una derrota.
Podemos hablar de fármacos… pero yo prefiero hacerlo, sobre todo, de un tiempo de calidad con las personas / pacientes que cada vez es más escaso. ¿Qué le parece?
No sólo me parece bien. Lo necesito como el comer.
Desde que el mundo es mundo, todas las personas se comportan como si su dolor (físico, emocional...) fuera algo totalmente objetivo. Absolutamente real. Eso es algo que ni siquiera la mente digamos ‘moderna’, con su reduccionismo materialista, con su necesidad de que todo se toque y se mida, ha podido reducir a algo imparcial y objetivo.
Ser conscientes de nosotros es la clave para controlar las emociones...
Te lo resumo en una idea concreta; aquello que vivimos de forma subjetiva (una experiencia vivida, una mala racha deportiva), siempre se parecerá más a una novela, a una película que a una descripción científica de la realidad. Como habitualmente estamos tan subyugados por el caos y el orden, dejamos de preocuparnos por nosotros mismos. El caos es todas aquellas cosas que ni conocemos ni comprendemos. Y sobre todo, y por último, el caos es libertad, una libertad espantosa, por cierto.
Quién no ha sentido el vértigo de la máxima exigencia…
Para eso está el antídoto del orden. El orden es un sitio donde nos gusta quedarnos. Dentro del orden podemos pensar a largo plazo, nos sentimos (nos solemos sentir) estables, tranquilos y competentes. Lo que sí necesito que entiendas es que, cuando el caos irrumpe, nuestros cerebros responden de forma inmediata mediante circuitos simples y extremadamente rápidos que llevan funcionando desde la Antigüedad, cuando nuestros ancestros vivían en árboles y las serpientes los podían atacar a cada momento. Después de ese primer reflejo, aparecen otras respuestas emocionales más complejas; y por último viene el pensamiento, que es la última respuesta de la evolución.
¿Cómo podríamos llegar hasta nuestro pleno potencial sin desafíos ni peligros?
Durante milenios hemos evolucionado en el marco de circunstancias intensamente sociales, lo que significa que los elementos más significativos de nuestro ambiente original eran personalidades, y no cosas. Era gente, y no objetos o situaciones. Las personalidades que percibimos gracias a la evolución siempre han estado presentes, y lo han hecho bajo una forma previsible y dentro de configuraciones típicamente jerárquicas para cualquier tipo de intención y propósito.
Volvamos al caso de Carlos Alcaraz
El caos en su caso puede ser la presión de las expectativas, el miedo al fracaso o la incertidumbre del futuro. El orden, por otro lado, son las rutinas, las técnicas que ha perfeccionado, y la estructura que su equipo le proporciona. Pero en medio de todo esto, está él mismo, su consciencia, que es lo que le permitirá equilibrar ambos extremos.
¿Y cómo puede manejar mejor ese equilibrio?
Tratándose a sí mismo como trataría a alguien que depende de él. Es decir, con compasión, pero también con disciplina. Alcaraz necesita reconocer que las emociones son parte de su experiencia subjetiva, pero no la totalidad de su ser. Si logra verse a sí mismo como alguien digno de ese cuidado y disciplina, podrá empezar a gestionar esas emociones no desde el caos, sino desde un orden que él mismo define. No se trata de suprimirlas, sino de entenderlas y, con el tiempo, dominarlas.
Entonces, ¿el control emocional es una cuestión de consciencia y cuidado personal?
Exactamente. Es reconocer que el caos y el orden son necesarios para el crecimiento, pero es la consciencia lo que permite navegar entre ellos sin perderse. Carlos debe recordar que cada desafío emocional es una oportunidad para fortalecerse, siempre y cuando se trate a sí mismo como alguien valioso, como alguien que depende de él para avanzar. Esa es la clave para alcanzar el pleno potencial en cualquier ámbito que mida el rendimiento.
(*) Ficción inspirada en el libro 12 REGLAS PARA VIVIR, de Jordan Peterson cuyo capítulo 2 habla de la necesidad que nos tratemos bien a nosotros mismo.
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